Educar no es salvar: es acompañar
Pedro Aguado ha pasado de campeón del mundo a referente social. Y no porque levante trofeos, sino porque levanta verdades incómodas. En el episodio #206 de Worldcast, comparte lo que ha aprendido tras décadas tratando con adolescentes al límite, padres superados y decisiones que marcan generaciones.
Ser padre no es ser héroe, es ser guía. No es rescatar a tu hijo de todos los charcos, sino enseñarle a salir por sí mismo. Porque si siempre le pones paraguas, nunca sabrá mojarse con dignidad.
El problema no es el niño: es el modelo que imita
Pedro lo deja claro: los hijos no hacen lo que les dices, hacen lo que te ven hacer. Si no gestionas bien tu rabia, si no escuchas, si no sabes decir «me equivoqué», ellos tampoco lo harán. Y entonces te preguntas por qué gritan, por qué mienten, por qué no hablan.
La respuesta está en el espejo, no en la consola ni en el móvil.
Límites no son castigos: son amor con forma de frontera
Aguado insiste: poner límites no es ser autoritario. Es ser valiente. Es decir «no» aunque te duela, aunque lloren, aunque te miren con cara de «ya no me quieres». Porque a veces el «te quiero» más sincero suena a «hasta aquí».
Un niño sin límites no es libre. Es prisionero de sus impulsos. Y eso, en un mundo tan caótico, no es educación: es abandono decorado.
La sobreprotección es la fábrica de la frustración
Muchos padres confunden amor con sobreprotección. Y lo hacen por miedo. Miedo a que sufran, a que se equivoquen, a que no encajen. Pero si no les dejas caer, tampoco aprenderán a levantarse.
Pedro lo resume así: “Hay chavales que con 17 años no saben coger un autobús, pero sí insultarte en 5 idiomas”.
No te obsesiones con ser el mejor padre: intenta no ser el peor
A veces lo simple es lo más sabio. Aguado no vende fórmulas milagrosas, vende realidad: sé coherente, pide perdón, escucha más, grita menos. No hace falta ser perfecto, solo presente.
Estar. Aunque no sepas qué decir. Aunque solo puedas decir “estoy aquí”.
La familia no se construye en vacaciones: se cultiva cada día
Muchos padres intentan compensar con regalos o viajes lo que no construyen durante el año. Pero la conexión no se compra. Se forja en el día a día: en cómo les miras, cómo les hablas, cómo les abrazas sin motivo.
Educar es una carrera de fondo. Y las cenas en silencio no se arreglan con un hotel de cinco estrellas.
Ser padre no es tener todas las respuestas: es hacerse buenas preguntas
Pedro lanza un dardo de sabiduría: si tu hijo hoy te contara algo muy grave, ¿cómo sabrías que no te está mintiendo? ¿Qué grado de confianza has cultivado? ¿Qué señales has ignorado?
La educación no empieza con normas, sino con conexión. Y eso se trabaja mucho antes de que lleguen los problemas.
Educar es una responsabilidad emocional (y nadie te prepara para eso)
Puedes tener tres másteres y aún así no saber cómo reaccionar cuando tu hijo te dice que odia su vida. Puedes tener dinero, estabilidad, mil consejos de Instagram… y seguir sintiéndote perdido.
Por eso Pedro Aguado no da recetas. Da conciencia. Y eso, en este mundo de filtros y prisas, es oro puro.
¿Y tú? ¿Estás educando desde el miedo o desde el amor con límites?
Tal vez sea momento de dejar de intentar tener razón… y empezar a tener más conversaciones.
Este artículo no es para juzgarte. Es para invitarte a mirar hacia dentro. Porque la mejor herencia que puedes dejarle a un hijo no es un coche o una hipoteca pagada. Es haber sido un adulto que aprendió a crecer junto a él.


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