Lo que aprendí del antropólogo que te mira a los ojos y te dice: «no estás viviendo, estás sobreviviendo»
Josep Maria Fericgla no es un filósofo de sofá ni un profesor de PowerPoint. Es un explorador de la conciencia, de los que han hablado con chamanes, meditado en la India y escrito más de una decena de libros sin sonar a gurú de Instagram. En su charla con Oriol Roda para el pódcast «Gente Interesante», lanza una frase demoledora: la mayoría de los humanos vive exactamente como perros.
No es una metáfora bonita. Es una bofetada en forma de diagnóstico social. Y a partir de ahí, todo el episodio se convierte en un manual de desprogramación. De los falsos maestros espirituales, del mindfulness de supermercado, del consumo masivo de psicodélicos como vía rápida a la iluminación… y de ti. De lo que eres cuando te quitas el disfraz.
La muerte como despertador
Fericgla empieza contando la caída que cambió su vida. Un accidente que lo dejó con la cabeza abierta en el suelo. Y desde ese momento, cambió su relación con la muerte. «No tengo miedo a morir, pero sí a no haber vivido plenamente», dice.
Aquí está la clave: vivimos como si fuéramos eternos, pero planificando sólo hasta el viernes. Y eso, según él, nos anestesia. Nos vuelve animales domesticados, obedientes y sin propósito. Como perros.
Sólo tenemos 8 emociones reales. El resto es ruido
Una de las ideas más provocadoras es que las emociones no son infinitas. Según la antropología y la neurociencia, tenemos ocho emociones básicas: alegría, tristeza, asco, miedo, ira, sorpresa, aceptación y anticipación. El resto son combinaciones, distorsiones o invenciones de la cultura.
¿Y qué hacemos con esto? Pues entender que si sólo te mueves entre «me gusta» y «me molesta», eres manipulable. Eres predecible. Eres presa fácil del algoritmo, del anuncio y del discurso político.
El sistema emocional está pensado para mantenerte dócil
Fericgla no lo dice con estas palabras, pero se huele: nos han domesticado emocionalmente. Si te controlan las emociones, te controlan el pensamiento. Si te controlan el pensamiento, no decides. Sólo reaccionas. Y un ser humano que reacciona sin parar no es libre: es un perro persiguiendo coches.
Mindfulness, yoga y el mercado espiritual de los lunes por la mañana
Hay una crítica feroz —pero justa— a la industria de la autoayuda. «La mayoría de la meditación occidental es narcisismo disfrazado», afirma. Porque el mindfulness se ha convertido en otra herramienta para rendir más en el trabajo, para volver al estrés con menos culpa.
¿Y la espiritualidad? Convertida en producto. En retiros de 1.200 euros con batido de cúrcuma y selfie con chamán. Fericgla, en cambio, propone una espiritualidad encarnada, sin espectáculo. Que no busca likes, sino conciencia.
La crisis de la masculinidad que no estás viendo venir
Uno de los bloques más potentes del episodio: los hombres están perdidos, y nadie se atreve a decirlo. La masculinidad se ha vaciado de contenido. Antes, el padre enseñaba al hijo a ser hombre. Ahora, muchos hombres crecen sin referentes sólidos, y en su lugar buscan validación en el gimnasio, el porno o el éxito profesional.
Y no es cuestión de volver al machismo, sino de rediseñar una masculinidad consciente. Que abrace la sensibilidad, la contención, el servicio. Que tenga raíces en el arquetipo del guerrero sabio, no del «machito» de bar.
La educación emocional como revolución silenciosa
En la sociedad moderna, sabemos más de apps que de emociones. Más de influencers que de integridad. Fericgla insiste: una buena educación emocional debería ser más importante que aprender a programar. Porque sin ella, somos adultos con cuerpo de treinta y mentalidad emocional de trece.
¿Y qué se necesita? Tribu. Comunidad. Espacios donde hablar desde la verdad sin miedo a no encajar. Porque la conciencia no se desarrolla solo: se cultiva en relación con otros.
El silencio y la respiración: tus verdaderas tecnologías olvidadas
Olvida el último modelo de smartwatch. Según Fericgla, las dos grandes herramientas para recuperar tu conciencia están dentro de ti: el silencio y la respiración. Y no como moda, sino como práctica diaria.
No hablamos de respirar «profundo» mientras ves TikToks, sino de parar. Sentarte. Escuchar el vacío. Habitar tu cuerpo sin estímulos externos. Porque en el silencio aparece lo incómodo, pero también lo real.

¿Estamos al final de una civilización?
Tres señales claras, según él:
- El individualismo feroz: cada uno en su burbuja emocional.
- La pérdida de vínculos comunitarios: nadie quiere deberle nada a nadie.
- La falta de propósito real: se vive para producir, no para evolucionar.
Fericgla no es apocalíptico, pero sí contundente. Si no cambiamos la dirección, iremos de cabeza hacia una sociedad funcionalmente enferma.
La única revolución es la que empieza dentro de ti
«Desde que el padre dejó de ser el principal educador, los valores se los llevó la marea», dice. Y ahí es donde entra la idea más potente del podcast: el único cambio que puede perdurar es el cambio interior.
No se trata de cambiar el mundo con un post en redes. Se trata de volver a mirarte al espejo sin ruido. De dejar de vivir como un perro que sólo responde a estímulos y recuperar el alma del ser humano: conciencia, profundidad y presencia.
Si tienes miedo, vas bien
Fericgla cierra el episodio con una idea que debería ser un mantra:
«El crecimiento personal no es cómodo. Si no te da miedo, probablemente estás repitiendo una máscara que ya conoces.»
Este pódcast no es una conversación más. Es un campo de entrenamiento. No para tener razón, sino para recuperar la capacidad de hacerte buenas preguntas.
Y tú, ¿estás viviendo… o simplemente reaccionando como un perro bien alimentado en un mundo sin sentido?

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